miércoles, abril 05, 2017

Cuán cerca de los Angeles!

Hoy día hay quienes instan a las mujeres a tenerlo todo en el mundo: dinero, viajes, matrimonio, hijos y sus propias profesiones. Para las mujeres, los ingredientes importantes de la felicidad son el establecer su identidad, servir al señor, obtener una preparación académica, desarrollar sus talentos, servir a su familia,y,si es posible, formar una familia propia. No obstante, no se puede hacer todo eso bien al mismo tiempo. No se puede comer de todos los pasteles de la pastelería a un mismo tiempo porque les dolerá el estómago. No se puede al mismo tiempo dedicar el 100% a ser esposa, el 100% a ser madre, el 100% a ser trabajadora en la Iglesia, el 100% a ser profesional, y el 100% a ser una persona de servicio público. ¿Cómo se pueden coordinar todos esos papeles? Yo sugiero que lo pueden tener todo, pero en orden consecutivo. La gran palabra “consecutivo” significa hacer las cosas una a la vez en distintas épocas. En el libro de Eclesiastés dice: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” Eclesiastés 3:1 . Cada vez hay más exigencias que se imponen a la mujer y que desafían su papel tradicional de atender a su familia. Pero, como mujeres, el papel de esposa y madre yace en lo profundo del alma de ustedes y clama que se haga realidad. La mayoría de las mujeres de modo natural desean amar a un hombre bueno y ser amadas por él, y responder a los más profundos sentimientos de la mujer, dados por Dios, de ser madre y de atender a los suyos. Afortunadamente, la mayoría de las mujeres no tienen que preocuparse por avanzar en una profesión, como sucede a los hombres, y pueden acomodar más de un interés en las diferentes etapas de la vida. No pueden confiar en las muchas voces conflictivas que pregonan lo que las mujeres deben o no deben hacer en la sociedad de hoy. Algunas de las más estridentes son ecos de mujeres que no son infelices con su papel de mujer, pero que no están en armonía consigo mismas ni con la vida en general. No sean engañadas en su búsquela de la felicidad y de su propia identidad. Hay voces persuasivas que les dirán que lo que han visto hacer a sus madres y a sus abuelas es anticuado, simple, aburrido y monótono. Tal vez haya sido anticuado y quizás rutinario, y, a veces, era monótono. Pero sus madres y sus abuelas entonaron una canción que expresó el más sublime amor y los más nobles sentimientos femeninos. Ellas nos han nutrido, nos han enseñado, han santificado el trabajo y han transformado lo monótono en tarea más noble. El ser ama de casa será lo que ustedes se propongan que sea. Cada día tiene sus satisfacciones, así como quehaceres que pueden traer consigo frustraciones, rutinas y simplicidad, pero lo mismo sucede en un despacho de abogados, en el hospital, el laboratorio o el almacén. Sin embargo, no hay trabajo más importante que el de ama de casa. Como dijo C.S. Lewis: “El trabajo de una ama de casa … es la labor gracias a la cual existen todas las demás” Karen Graham, escribe sobre lo importante que es para ella el conocimiento del dirigir la casa: “Durante mi último año en la secundaria, cuando era una Laurel de diecisiete años, un día llegué a casa de la escuela para enterarme de que mi madre había muerto repentina e inesperadamente de una hemorragia cerebral. Mis dos hermanas mayores estaban casadas y vivían en su propio hogar, por lo que a mí me correspondió atender la casa, a mi acongojado padre y a mis dos hermanos menores, de doce y trece años de edad. “Durante los dos años y medio que siguieron, yo atendí la casa, lavé la ropa, compré los comestibles y preparé la comida … ¿Pueden imaginarse que una joven de diecisiete años se encargue del presupuesto de los alimentos? Mi amoroso padre nunca dijo una sola palabra desagradable. Nunca se quejó cuando teñí todas sus camisas blancas de color rosa ni cuando echaba a perder la cena. Todas mis amigas de la escuela ya estaban planeando lo que harían después de la graduación. Algunas irían a la universidad local … Yo había pensado asistir a una universidad de la Iglesia en Idaho, pero en vista de las circunstancias familiares, decidí quedarme en casa para seguir ayudando. “Dos años después del fallecimiento de mi madre, comencé a salir con Garry, un ex misionero. La segunda vez que salimos me preguntó qué había hecho el sábado … Se sorprendió un poco cuando le dije que había limpiado la casa, comprado los comestibles y lavado la ropa todo el día. Pensó que yo era muy hogareña. Seis meses después, ese hombre maravilloso me llevó al templo e iniciamos nuestra vida juntos. Él estaba muy feliz de tener una esposa que supiera cocinar y llevar un presupuesto. “Una noche, el primer año de casados, invitamos a cenar a varios amigos recién casados. Algunas parejas empezaron a hablar de lo difícil que era ajustarse al matrimonio. Garry y yo nos miramos incrédulos … ¿Ajustarse al matrimonio? ¿Y qué era eso? Nuestro primer año había sido tan fácil. Después, al hablar de ello, concluimos que fue porque yo había llegado al matrimonio con habilidades domésticas … No tuve el estrés de experimentar en la cocina, ni de echar a perder la ropa ni de aprender a presupuestar para los alimentos; Toda la experimentación la había hecho con un padre comprensivo, paciente y sabio. Ahora, Garry y yo podíamos concentrarnos únicamente en nuestra relación, y era maravilloso. El dejar a un lado mis propios intereses y el pensar en las necesidades de mi familia realmente había sido una bendición para mí más tarde” El servicio que ella dio a su padre durante esa temporada difícil fue parte de la causa angelical de hacer el bien, esa gran preparación que ustedes están efectuando para llegar a ser grandes mujeres. Hermanas, las insto a desarrollar todos sus dones y talentos y a hacer avanzar la obra de la rectitud sobre la tierra. Espero que adquieran todo el conocimiento posible. Sean tan hábiles como puedan, pero no lo hagan exclusivamente en ocupaciones nuevas a expensas de las más esenciales, o se darán cuenta de que han perdido una de las grandes oportunidades de su vida. "...Instamos a nuestras hijas a obtener una educación, no sólo para ayudarles a formar su hogar, sino también para prepararlas para ganarse la vida si eso fuera necesario. El ir a la universidad o a una escuela vocacional es una experiencia maravillosa, y el dinero, el esfuerzo y el tiempo que en ello se empleen preparan al alumno para tener las aptitudes que le permitan conseguir un empleo." Cada una de ustedes tendrá que trabajar arduamente para aprender todo lo posible y desarrollar sus talentos. No es fácil lograr lo que realmente vale la pena. Yo sólo quiero decirles lo que les dará identidad, valor y felicidad como personas. También las insto a alcanzar su potencial, a llegar a ser personas de gran valor, a llegar a ser grandes mujeres. Dado que la mayoría de ustedes cuenta con grandes mujeres en su familia, tienen ejemplos que seguir. Por último, ¿cómo pienso que pueden llegar a ser grandes mujeres? Deben cultivar y utilizar generosamente sus nobles instintos femeninos de amor y misericordia, primero con su familia y después con los demás. Ruego que siempre tengan hambre y sed de justicia dentro del marco del Evangelio revelado de Jesucristo. Que tengan una perspectiva eterna al efectuar la causa angelical de hacer el bien, de manera tal que no sólo las convierta en grandes mujeres, sino que finalmente lleguen a ser reinas en las eternidades. Si quieres leer el discurso completo lo puedes encontrar en la Liahona de abril de 1998 bajo el titulo de "Cuan cerca de los Angeles" por el Presidente James E. Faust

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